Terapia para niños y adolescentes

La terapia infanto-juvenil está pensada para acompañar a niños, niñas y adolescentes en su desarrollo emocional, cognitivo y social, ayudándoles a comprender lo que sienten, mejorar su bienestar y fortalecer sus recursos personales.

A través del trabajo terapéutico, abordamos dificultades como la ansiedad, la tristeza, los miedos, los problemas de conducta, las dificultades escolares, la baja autoestima, las dificultades en el manejo de emociones o las relaciones familiares y sociales.

¿Por qué es importante?

La infancia y adolescencia son etapas de cambios intensos y una profunda construcción emocional. Se trata de un tiempo de crecimiento, autodescubrimiento y transformación, formando parte de las bases que influirán en cómo se relacionan con el mundo y con ellos mismos en la vida adulta. 

Por eso, cuando atraviesan momentos difíciles como dudas, inseguridades, conflictos internos, dificultades en las relaciones, problemas de aprendizaje, separación familiar, duelo. se construyen muchas de las bases emocionales que influirán en la vida adulta, la intervención temprana puede marcar una gran diferencia.

Acompañarles en ese proceso no solo mejora su calidad de vida presente, sino que también previene dificultades mayores en el futuro y les enseña a ver el mundo desde una perspectiva más sana, con más recursos y seguridad. 

Niño con camiseta amarilla mirando un tablero con notas adhesivas amarillas.

Como madres, padres o cuidadores, queremos estar ahí, pero a veces no sabemos cómo acompañar lo que les pasa. Es normal sentir que nos faltan herramientas. Por eso, desde la terapia, os ayudamos a transformar esos momentos difíciles en un proceso de resiliencia, confianza y fortaleza emocional.

La terapia infanto-juvenil está pensada para acompañar a niños, niñas y adolescentes en su desarrollo emocional, cognitivo y social, ayudándoles a comprender lo que sienten, mejorar su bienestar y fortalecer sus recursos personales.

¿Cómo trabajamos en este proceso?

Como psicóloga con enfoque integrador y base cognitivo-conductual, adapto cada intervención a la etapa evolutiva y a las necesidades específicas de cada niño o adolescente.

El enfoque cognitivo-conductual nos permite identificar pensamientos, emociones y conductas que están generando malestar, y trabajar sobre ellos con herramientas prácticas y eficaces.

Desde un enfoque integrador, además, incorporo recursos de otras corrientes (como técnicas emocionales, artísticas, de juego, narrativas o sistémicas) para conectar con cada paciente desde su mundo interno.

¿Cómo son las sesiones?

Las sesiones suelen ser dinámicas, adaptadas al lenguaje y los intereses de cada edad. En los más pequeños, el juego, los cuentos, el dibujo o la dramatización son herramientas fundamentales para expresar y elaborar emociones. En adolescentes, se crea un espacio de diálogo donde puedan sentirse escuchados, comprendidos y respetados.

El trabajo con la familia también es esencial. Por eso, en algunas sesiones se incluye la orientación a padres y madres, para mejorar la comunicación en casa y acompañar el proceso terapéutico desde un enfoque conjunto.